¿Y porqué no volar cuando la imaginación es un prodigioso medio de transporte?
Me gusta ver el suelo desde arriba.
Las fachadas desde el borde hasta el cielo.
Las miles de gotas que se empujan para formar las olas.
Empujarme yo para andar.
Me gusta sentir cosquillas en el estómago cuando bajo raudamente desde las alturas.
Introducirme en un átomo y quedarme anonadado por su ágil movimiento y pensar que a lo mejor esos pequeños mundos son los mismos que vivo grandes como La Tierra.
Las maravilla de sentirme volar está al alcance de mi mano sí, quiero volar.